sábado, septiembre 27, 2008

Vida de Perro…


Corría el año 1994 cuando nací, realmente no sé en qué día, realmente no me importa. Pero la memoria es selectiva, porque puedo recordar con increíble claridad el día que conocí a mi familia, el momento en que mi padre, mi madre y hermana me recibieron en el que llegaría ser y sentir como mi hogar.

Debo admitir que en los primeros momentos no fue del todo agradable vivir con ellos. Muchas veces, durante mi infancia, debí sentir el peso de la autoridad de mi padre, otras de mi madre y hasta de mi hermana, pero esto era fácilmente obviado al sentir ese amor de familia que ellos expresaban hacia mí.

Crecí con ellos, crecieron conmigo. Aprendieron de mi, tanto como yo de ellos. Me dedique a cuidarlos, me dedique a quererlos, el único gran error que cometí, fue querer ser independiente. Al seguir mis instintos, sufrí una caída, quede malherido.

Día tras día me cuidaron, traté de salir adelante… ¿qué haría mi familia sin mi?... ¿Quién bailaría con mamá al llegar de su trabajo? ¿Quién correría a buscar a papá? ¿Quién borraría las lágrimas de la cara de mi hermana?

Traté, juro que traté de seguir aquí, hasta que una fría tarde del mes de octubre de 2002, mi débil cuerpo no pudo sujetar más mi alma. Ahora no sé donde estoy. Me siento solo y a la vez sé que hay miles de conciencias más a mi alrededor.

Quizás algún día vuelva a encontrarlos.

lunes, septiembre 08, 2008

Alguna vez fuimos

Recostada en mi cama, escucho caer la lluvia. Siento el viento correr entre los árboles y el escalofrío que me provoca, me lleva tiempo atrás, a recuerdos de una fría mañana de invierno, cuando con fuerza tu brazo envolvió mi cintura atrayendo hacia ti mi cuerpo aún desnudo, mascullando un “¿Por qué estás tan lejos?”, besaste suavemente esa parte de mi cuello que sabías “sensible”… una, dos, tres veces… para susurrar luego, un somnoliento “Buenos Días”… te sonreí y me besaste… me besaste apasionadamente, creo ahora, recordando la noche que habíamos pasado… a pesar del deseo patente de nuestros cuerpos… el día comenzaba y debíamos cumplir con nuestras obligaciones.

Ese mismo día, en la tarde, mientras estaba en la cocina, uniste tu cuerpo al mío, tomaste mis caderas firmemente y nos dirigimos abrazados, entre risas y susurros… entre besos y gemidos a nuestra habitación… y en la noche, mientras mi cabeza reposaba tranquilamente sobre tu pecho desnudo, escuchaba como el ritmo constante de tus latidos se aceleraba más y más, a medida que mi mano acariciaba suavemente cada parte de tu pecho y de tu vientre, hasta llegar a…

Oigo tus pasos, la ensoñación acabó, te veo atravesar la puerta, arrastrando el mal humor y tu cuerpo cansado… hace tanto que no me tocas, la rutina nos ha ido ganando la batalla. Te acuestas a mi lado, con el control en la mano, enciendes la Tv, sin notar casi mi presencia en el otro lado de la cama… cada centímetro entre nosotros por momentos se transforma en kilómetros. Me acerco hacia ti y casi como parte de un ritual, apoyo mi cabeza en tu pecho como antes, como siempre. Mueves y acaricias mi pelo desordenado, te miro y sonríes como hace mucho no lo haces… el sueño me comienza a vencer y en este estado, entre la vigilia y el sopor, mis labios pronuncian aquellas palabras tantas veces dichas en otro tiempo… sólo una frase… sólo un “Te Amo”.