“Y así fue como “La que Habla con las Hadas” olvidó Jugar y olvidó Reír. Y también conoció la Amargura de la Traición…”
¿Cuantas veces hemos debido soportar la angustia de una despedida? Quedarnos en la boca con ese sabor agrio de la ausencia, con el dulzor de la alegre esperanza que te ilumina al pensar que algún día volverás a ver a esa persona… pero ¿Qué pasa cuando en tu corazón sientes (o quizás sabes) que más allá de los deseos, esto no podrá ser posible? ¿Qué quizás una nueva reunión sólo te haga más daño?
Y los minutos se arrastran a través de la superficie del reloj, tal como las lágrimas ruedan por tus mejillas y los pensamientos pasan por tu cabeza… y tratas de encontrar una solución a tal enredo… pero no encuentras el hilo conductor o quizás no lo quieres encontrar, quieres que el tiempo se detenga, que las aguas no fluyan al mar y todo se vuelva hielo por un rato, para descansar, para pensar con claridad… Porque tu corazón te dice, en su infinita compasión, que tal vez estés equivocada, que no interpretaste bien los hechos, que quizás fue solo un error, un pequeño error… y estás a punto de convencerte… y algo te lo impide… entra al juego, esta vez, el cerebro, que te dice, que te recuerda, cuantas oportunidades le diste, cuantas veces pasaste por alto sus errores y trataste de cerrar los ojos al daño causado, porque era tu amigo, porque era tu compañero, porque lo querías y le tenías cariño, porque minimizaste el daño, porque con él podías hablar… ¿Y ahora?... ya no hay confianza, y es triste, el corazón se siente oprimido… minimizado…
Y en un momento, entiendes el porque del desorden que te rodea… parece más natural, menos plástico, más fluido… Y en el instante siguiente, te ahoga el grito que no puedes sacar… te ahogan las lágrimas acumulándose en tu interior… y quieres huir de todo lo que te encierra…
"Quiero cobijarme bajo el manto negro de una noche de luna dormida… iluminar mi camino con mil chispeantes estrellas… quiero caminar entre árboles centenarios, que me abrazan al pasar… escuchar con claridad el canto alegre de las aguas del río al ir en busca de su amor, el mar… sentir el viento frío acariciar mi piel… esperando con ansiedad que la naturaleza en su infinita sabiduría me proporcione la respuesta que anhelo… pero no llega… la decisión es mía, sólo mía… y mi camino indica el norte, el más profundo frío es mi hogar… y no hay vuelta atrás… las oportunidades se acaban… hacia atrás no es avance… en el pasado, no hay camino excepto el que hemos recorrido…"