Ella, con los ojos enrojecidos e hinchados, con las mejillas ardorosas de tanto llorar, con el corazón latiendo una herida sangrante, con intensas ganas de gritar a los vientos lo que por dentro le pasaba… así se sentía, así lo deseaba…
Pero… ¿Cual era la causa de tan grande dolor en el pecho de Ella?
Pero… ¿Cual era la causa de tan grande dolor en el pecho de Ella?
Era tan sólo una certeza, una verdad… un velo caído… Una sola mirada, después de tanto tiempo, le hizo caer en cuenta de cuan infantiles habían sido sus sueños…
Porque era verdad… Ella era… es una niña… una niña, no tal como se concibe… Ella es una niña al pensar en sus sueños… al imaginar una escena ideal… al creer que puede encontrar al fin la felicidad…
Esa felicidad que busca incansablemente, tras cada sonrisa, tras cada mirada… pero esa felicidad, jamás será de Ella… porque así es su vida… porque es su karma… porque es su destino… siempre perder lo amado… o quizás nunca poder estar cerca de Él…
De ese él que llena sus sueños… de ese él que le permite a sus ojos brillar… ese él que le hace aflorar las más extrañas sensaciones… ese él con el que sueña estar… sólo estar…
Sus ojos se cierran… su mente está en blanco y en un instante comienza a pensar:
- “¿Será esto la muerte… mi muerte?”
- “Así es” - le responde una voz… una voz conocida, una voz propia, una voz inalterable, plana…
- “¿Porqué muero?” - Preguntó Ella…
- “Porque así es el proceso… ya no sirves… eres muy dulce, muy suave… y por eso te han dañado una vez más”…
- “Pero yo no quiero morir” pensó Ella, aún sumida en el sopor de la tristeza infinita… “sin embargo, si ese es mi deber… lo haré” dijo en voz alta esta vez...
- “No es que quiera que mueras” – respondió la voz – “es sólo que dueles demasiado… a todas nosotras”
- “¿Quienes”
- “A los otros aspectos de ti misma… a tus otros “Yo”… a tus otras facetas… nosotras controlaremos esto desde hoy… tú no sirves… anhelas una felicidad que no nos corresponde y eso nos hace mal… nos hace pésimo”
- “Está bien… si así es mejor... arrancaré de mi pecho el corazón… lo convertiré en piedra, para que así no lo puedan volver a dañar… para que no pueda volver a latir”
Una vez encomendada la tarea… Ella no supo que hacer… sólo sabía que no era fácil arrancar aquel sentimiento unilateral… aquel mismo que no era correspondido… aquel mismo que moriría junto con el último latido de su corazón…